Jimena de la Frontera

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domingo, 15 de abril de 2012

LAS PLANTAS DE HABAS Y LA LOCURA EN LAS PERSONAS




En nuestro huerto Sevillano tengo sembrado unas cuantas matas de habas, que en un principio han nacido de manera raquíticas, afectadas de pulgón negro y una colonia de hormigas negras que asociados no permitian que las matas de habas se desarrollasen como es debido.
He tenido que releerme varias veces el libro " El Huerto Familiar ecológico" y la consecuencia de ese raquitismo es debido a que las semillas plantadas eran de mala calidad, estaban algunas picadas y además las he sembrado fuera de su fecha habitual de crecimiento, amén de que les faltaba abono natural (estiércol) y abundantes riegos.
El problema tenia que solucionarlo, así que cogí unos pocos de ajos pelados y loes eché en medio litro de agua, junto a un puñado de ortigas durante 48 horas y después tuve todo esto a fuego lento 20 minutos hasta que una vez enfriado, lo colé todo y lo puse en un pulverizador.
He tratado las habas dos días seguidos con este preparado mío y he conseguido que mueran los pulgones por el momento y se ausenten las hormigas. Tambien he recogido un poco de "gallinácea" y se lo he revuelto con la tierra de alrededor de las plantas con lo que evito la salida de los "jopos" y por eso mis plantitas lucen brillantes y espero que nos puedan dar la satisfacción de cogerles al menos una fritada de este producto hortícola tan interesante.
Mientras que, con mi escardillo, quitaba las malas hierbas y aireaba la tierra, he estado reflexionando en   que habrá sucedido a través de los tiempos para relacionar estas plantas con la locura de las personas y aunque ahora, mi posible lector no tenga ni idea de lo que estoy diciendo, espero aclararlo a continuación, si es que puedo:
En Jimena, mi pueblo natal  del que guardo los recuerdos de cosas vividas en mi infancia como si de joyas se tratase, sucedía que había un periodo de tiempo al año en que se desataba una locura en  determinadas personas que ponian en "jaque" a toda la población, sobre todo a los municipales y a nosotros la chiquilleria.
Acontecía aquello de improviso cuando aparecia por la calle una persona aquejada de locura normalmente hablando fuerte o cantando  sin importarle nada en absoluto de lo que le rodease y no haciendo caso a los familiares o vecinos que pretendian apacigüarles- En muchas ocasiones estos pobres aquejados de demencia estacional se volvian agresivos y habia que estar alerta porque no atendian a razones de ningun tipo-
En cuanto una persona de éstas, se paseaba por las calles, al instante tenía una comitiva de chiquillos y curiosos detrás, junto con los municipales ( Antonio, Vargas, Hormigo, Rondón, Oncala, Domingo........) que disolvian a los chiquillos y terminaban con el loco ó la loca encerrados en la cárcel que habia en la planta superior del Ayuntamiento.
El otro acontecimiento importante para la infancia, criticones  e intrusos, era cuando aparecía la ambulancia en el pueblo con los "loqueros" que de forma parsiomonioso preparaban aquellas" camisas de fuerza" que a duras penan conseguian poner a la criatura enferma de ese mal que por regla general se repetia todos los años y casi en la misma fecha. El acontecimiento estaba servido para "los mirones" que en la puerta del ayuntamiento esperaban con la chiquillería a que aparecieses primero los municipales y después los loqueros  con el loco ó loca ya amanietado en aquella especie de camisa engomada con mangas para detrás.
Entre las charlas de las personas mayores colocados en primera fila como mirones, siempre oíamos la misma "cantinela":  " Es que es el tiempo de las habas" y cuando las habas están en flor es cuando aparece la locura en las personas.
Siempre me he preguntado cual seria la causa de que se relacionase la locura de las personas de mi pueblo con el crecimiento y las flores de las habas y tal vez pueda ser a que estas plantas florecen, como tantas otras, en primavera y se puede concatenar con aquello otro que dice " La Primavera, la sangre altera".
Quisiera que esta reflexión mía sirva para recordar a tantas personas como en Jimena perdián el juicio por la época en que las plantas de habas florecian y daban frutos. Personas que no fueron tratadas como verdaderos enfermos , sino como locos que se internaban en un manicomio, del que a penas se sabia después, hasta que muchos regresaban como verdaderos autómatas, sin fuerzas, desnutridos y que por regla general fallecian o se suicidaban al poco tiempo de regresar.
Los tiempos han cambiado y ninguna persona joven de hoy se podrá imaginar lo que sucedia hace unos cincuenta o sesenta años pero los de mi generación que lean esto que estoy contando comprenderán que era una realidad y aún están en mi mente todos los nombres de aquellos seres infelices que sufrieron ese mal de la locura anual y que casi nadie se acuerda de ellos porque los tiempos hacen que se cambie de forma de vida y hasta de pensar.
Estoy pensando en esos amigos míos como Isidoro, Juan Parra, Blas Sánchez, Antonio Jiménez Plata, Paco Gutiérrez, Martin Cano y montón de ellos más que si han podido leer esta reflexión mía, sus mentes les habrán puesto nombre a esas personas incomprendidas y desatendidas que se marcharon de este mundo sin que hubiésemos sabido ayudarles en su mal.......
Currini

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