Como son bastantes nuestros amigos senderistas los que tienen huerto junto a la casa, les aconsejo que se lean este artículo completo y puede que les ayude a conseguir mejores "cosechas caseras":
Plantar un huerto casero puede convertirse en un inconveniente debido a la contaminación de alimentos si no se respetan algunos puntos básicos
Tener un huerto en casa es una afición que ha ganado un gran número de adeptos en los últimos años, no sólo entre personas propietarias de un pequeño terreno, sino también en zonas limitadas, como terrazas y balcones. Más por entretenimiento que por necesidad, aunque puede ayudar a ahorrar en la cesta de la compra, tener un huerto en casa se ha convertido en un pasatiempo con beneficios si se realiza de forma correcta para evitar contaminaciones alimentarias.
Emplear el tiempo en una tarea de la que se sacará provecho o ver crecer las propias verduras y hortalizas son algunos de los atractivos de esta actividad que interesa a niños y mayores. No obstante, uno de los aspectos que más motivan para iniciarse en el mundo de la horticultura es conseguir productos frescos, sabrosos y naturales en los que nadie más ha intervenido y libres de sustancias químicas propias de las grandes explotaciones. El objetivo es conseguir verduras y hortalizas caseras y, por tanto, saludables. Sin embargo, esta afirmación tan lógica a priori, puede tornarse contraria si no se tienen en cuenta factores que convierten un huerto saludable en una fuente de contaminación alimentaria.
Contaminantes físicos o químicos, derivados de la propia naturaleza del suelo o de la mala aplicación de productos hortícolas, u otros biológicos como hongos y microorganismos, cuyo desarrollo resulta más favorable en plantas y frutos dañados, pueden convertir una hortaliza o verdura casera en una vía de toxiinfección alimentaria.
Planificación
Los principales factores para planificar y desarrollar un huerto casero son:
El suelo. A menudo procede de rellenos de construcción y, por tanto, puede contener sustancias no recomendables. También restos de detergentes, aceites industriales o tratamientos fitosanitarios anteriores pueden contaminarlo. Si el huerto es extenso, es imprescindible que un profesional realice un análisis para dictaminar su idoneidad como sustrato de cultivo, además de indicar cómo mejorarlo si es necesario. Para que un suelo se considere idóneo para cultivo debe ser profundo, aireado, con un buen drenaje, pero capaz de retener agua, rico en materia orgánica y nutrientes minerales, no salino y de pH neutro. Si se aleja mucho de este modelo, es preferible utilizar sustrato de relleno especial para horticultura y realizar, si se trabaja en superficies pequeñas, bancales elevados sobre el terreno.
Estos bancos de cultivo pueden delimitarse mediante bloques de piedra, vallas de madera o traviesas. En este último caso son preferibles las ecológicas, ya que no han recibido tratamientos alquitranados. Además, resulta imprescindible que el suelo no esté infectado por hongos, bacterias, insectos o nematodos, algo muy común en los suelos cultivados, por lo que deberá desinfectarse de forma periódica mediante productos químicos aptos para horticultura no profesional o por procedimientos alternativos, como el proceso ecológico de solarización, en el que se tapa la superficie libre de cultivo con láminas de plástico transparente y fino.
Tener un huerto en casa es una afición que ha ganado un gran número de adeptos en los últimos años, no sólo entre personas propietarias de un pequeño terreno, sino también en zonas limitadas, como terrazas y balcones. Más por entretenimiento que por necesidad, aunque puede ayudar a ahorrar en la cesta de la compra, tener un huerto en casa se ha convertido en un pasatiempo con beneficios si se realiza de forma correcta para evitar contaminaciones alimentarias.
Emplear el tiempo en una tarea de la que se sacará provecho o ver crecer las propias verduras y hortalizas son algunos de los atractivos de esta actividad que interesa a niños y mayores. No obstante, uno de los aspectos que más motivan para iniciarse en el mundo de la horticultura es conseguir productos frescos, sabrosos y naturales en los que nadie más ha intervenido y libres de sustancias químicas propias de las grandes explotaciones. El objetivo es conseguir verduras y hortalizas caseras y, por tanto, saludables. Sin embargo, esta afirmación tan lógica a priori, puede tornarse contraria si no se tienen en cuenta factores que convierten un huerto saludable en una fuente de contaminación alimentaria.
Contaminantes físicos o químicos, derivados de la propia naturaleza del suelo o de la mala aplicación de productos hortícolas, u otros biológicos como hongos y microorganismos, cuyo desarrollo resulta más favorable en plantas y frutos dañados, pueden convertir una hortaliza o verdura casera en una vía de toxiinfección alimentaria.
Planificación
Los principales factores para planificar y desarrollar un huerto casero son:
El suelo. A menudo procede de rellenos de construcción y, por tanto, puede contener sustancias no recomendables. También restos de detergentes, aceites industriales o tratamientos fitosanitarios anteriores pueden contaminarlo. Si el huerto es extenso, es imprescindible que un profesional realice un análisis para dictaminar su idoneidad como sustrato de cultivo, además de indicar cómo mejorarlo si es necesario. Para que un suelo se considere idóneo para cultivo debe ser profundo, aireado, con un buen drenaje, pero capaz de retener agua, rico en materia orgánica y nutrientes minerales, no salino y de pH neutro. Si se aleja mucho de este modelo, es preferible utilizar sustrato de relleno especial para horticultura y realizar, si se trabaja en superficies pequeñas, bancales elevados sobre el terreno.
Estos bancos de cultivo pueden delimitarse mediante bloques de piedra, vallas de madera o traviesas. En este último caso son preferibles las ecológicas, ya que no han recibido tratamientos alquitranados. Además, resulta imprescindible que el suelo no esté infectado por hongos, bacterias, insectos o nematodos, algo muy común en los suelos cultivados, por lo que deberá desinfectarse de forma periódica mediante productos químicos aptos para horticultura no profesional o por procedimientos alternativos, como el proceso ecológico de solarización, en el que se tapa la superficie libre de cultivo con láminas de plástico transparente y fino.
artículo completo en: http://www.consumer.es/seguridad-alimentaria/sociedad-y-consumo/2010/07/15/194353.php
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