Convento de San Francisco ( Cazalla) |
ARQUITECTURA CIVIL
Dentro del recinto urbano de la villa se conserva un numeroso conjunto de viviendas de interés artístico. Las más antiguas datan del siglo XVI, pero las más numerosas son de época barroca especialmente del s. XVIII. En la mayoría de ellas se han acometido reformas y obras con el paso de los años, siendo las portadas el elemento que menos transformaciones ha sufrido.
En la Plaza Mayor destacaremos las portadas del s. XVIII de los actuales Juzgados, albergando antiguamente el Ayuntamiento con vano adintelado entre columnas acanaladas sobre pedestales y capiteles compuestos. Su fachada está divida en cinco módulos, el central más ancho, por medio de grandes pilastras toscanas cajeadas rematándose el conjunto por una balaustrada ciega. Otro de estos edificios a destacar en la plaza es del siglo XVI. Al centro se dispone la portada que en el cuerpo inferior presenta columnas toscanas pareadas enmarcando un arco de medio punto, y en el superior balcón con columnas jónicas rematado por un ático con escudo, en la actualidad este edificio contiene el Hogar del Pensionista.
Otra casa de gran interés, es la sita en la calle Llana nº 2, constituida por dos cuerpos y en la que destaca el balcón superior que presenta balaustres, escudo nobiliario, temas de grutesco y flamenco. Ésta es de propiedad privada y en la actualidad ha sido objeto de una gran restauración para albergar en su interior un pequeño edificio de apartamentos turísticos.
Artes y costumbres
ANISADOS Y AGUARDIENTES
La enorme producción vinícola que tuvo Cazalla durante los siglos XV y XVI, dio como resultado la destilación de los sobrantes para obtener el alcohol con el que se empezó a fabricar el famoso aguardiente, que a partir de entonces toma el topónimo de nuestra población "El Cazalla". La calidad de las vides, el clima y la composición de la tierra, componían los factores idóneos para conseguir este especial linaje. Este producto se sigue fabricando manteniendo y conservando las técnicas y casi las mismas instalaciones que antaño. Derivado de estos anises y aprovechando los frutos que crecen al borde de regajos y en solana se obtiene, por maceración en aguardiente los licores de bruños, ciruelas y, el más afamado Licor de Guindas.Cosas de nuestra historia: sobre el pasado del aguardiente
Resulta ciertamente lógico que en la mayoría de los pueblos que destacan por algún producto concreto, florezcan las historias sobre esa peculiaridad que los distingue. Es el caso de los mantecados de Estepa, los vinos de Jerez, el carbón de Villanueva del Río y Minas, etc. Todos ellos poseen sus respectivos estudios históricos.
Sin embargo, Cazalla de la Sierra, famosa por sus aguardientes, aún no ha gozado de esa preciosa suerte. Se ha llamado mucho la atención sobre vinos, que fueron realmente claves para nuestra economía, pero así (salvo meras generalidades) sobre sus aguardientes. Quizás porque los primeros implicaran a los segundos y no sean necesarias salvedades en este sentido. No obstante, pensamos que sería interesante una investigación historiográfica sobre este sector productivo que corrobore y fundamente, aún más, su logrado prestigio.
Por el momento, sólo poseemos escasas y sueltas noticias sobre “aguardenteros” y lugares destinados a la destilación y almacenamiento.
Así sabemos de la existencia, a mediados del siglo XVII, de un tal Antonio Machado que se dedicaba al mencionado oficio. O que D. Roque de la Barreda Bracho, D. Julián de Argandoña, Felipe Palma, Manuel Álvarez y Antonio García eran fabricantes de aguardientes y que alquilaban en 1756 una vivienda en la calle San Juan, esquina de Caldecaños, con fines relacionados con la actividad que tratamos.
Igualmente, a principios del siglo XIX, concretamente en el Cabildo de 7 de marzo de 1801, se tocaba el asunto de la nueva imposición real sobre el aguardiente, haciéndose resaltar el “número crecido de fábricas” existentes en la villa.
También sabemos que en 1823 D. Manuel Prieto Domínguez era propietario de un “Corral con Fábrica de aguardientes”, que vendía ese mismo año a D. Pedro de Medina y Zambrano, presbítero.
En 1836, según se hace constar en su testamento, D. Manuel González Morales poseía una Fábrica de aguardientes en la calle Juan de Lora, con su caldera y demás útiles.
Allá por mediados del pasado siglo, en el Diccionario Geográfico-Estadístico que dirigió D. Pascual Madoz, entre otras muchas cosas, se decía sobre nuestro pueblo: “Tiene Cazalla además una fábrica de aguardientes que consume en 24 horas 800 arrobas de vino, con varias calderas o alambiques para la fabricación de anisados”.
En 1870, D. José Cornello y Pardo, casado, de 38 años de edad, era dueño de una fábrica de aguardientes, con dos calderas, almacén para aquellos y bodegas de vinos, en la calle Clavel, esquina con Catalina. Esta fábrica no poseía antecedentes en ese lugar, pues había sido construida de nuevo cuño por su propietario. También tenía la misma dedicación por aquel entonces D. Antonio Naranjo López.
En esos años D. Antonio Martín Cano Benítez (cirujano menor) y D.ª Matea Viciedo Moreno eran dueños de un local fábrica de aguardientes, recién construido, que formaba parte del exconvento de San Agustín, en la Plaza del Duque (hoy Doctor Nosea), de planta baja de 165 m2, con 8 tinajas empotradas y 12 al aire, con lagareta, corbato y caldera, sirviendo de solar a una de las marcas de mayor prestigio de principios del siglo XX.
En fin, pocos datos e inconexos que piden a gritos un estudio con profundidad que nos ayude a comprender ese fenómeno que es la producción de aguardientes en Cazalla. Sirva aquí lo referido.
Antonio Carmona Granado. Artículo publicado en el nº 32 del periódico local El Chorrillo. Marzo 1993.
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