En muchos pueblos de nuestra geografía existen lavaderos públicos porque siempre contaron con el agua abundante y eso permitió a los ayuntamientos hacer las pilas para lavar donde acudían las mujeres con sus baños llenos de ropa y hasta tenían sus tendederos para secarla.
Para Jimena uno de los pueblos más bonitos de nuestra geografía eso que acabo de contar hubiese sido un “lujazo” pero no estamos entre sierras repletas de manantiales y nuestro río era la única salvación para disponer de agua en abundancia.
Hace 50 ó 60 años( aunque os suene como un “trallazo”) la mujer estaba educada para traer hijos al mundo, criarlos, preparar la comida diaria, hacerles la ropa y mantener el hogar limpio como “ los chorros del oro”.
Nuestro pueblo apenas si tenía agua para beber y para poder conseguirla eran las mujeres las encargadas con sus cántaros en el “cuadríl” de ir a “los chorritos” para comprarla. Infinidad de veces se levantaban a las claritas del día para poner los cántaros en la cola, porque sobre todo en verano, de aquellos chorritos caía un hilillo de agua tenue que tardaba bastante tiempo en llenar uno de aquellos enormes cántaros.
El agua de nuestros pozos era “tan gorda” que se gastaban tacos y tacos de jabón sin conseguir hacer espuma para sacar la suciedad y el sudor del trabajo de nuestras ropas.
Las mujeres de Jimena supieron manejarse con el “roete” de trapo en la cabeza y sobre el mismo unas grandes “paneras” de madera ó corcho repletas de ropa sucia. En el brazo izquierdo un cubo pesado de cinc con el jabón, “las bolillas de azulejo” y tal vez cabía algo de comida para aguantar la jornada completa.
Nuestro río Hozgarganta llevaba durante todo el año agua corriente y hasta el arroyo de “Garci-Bravo” era magnánimo en el líquido elemento útil para poder lavar, como dije antes, nuestra ropa sudada y requetesucia. Otras muchas veces era la lana de los colchones la que se llevaba al río para poderla lavar con abundante agua y secarla en los “chinarrás” de nuestras orillas de entonces.
No estaban a la mano ni cerca nuestros charcos de La Peña Gorda, el Tragante, La Vegueta, La Tosca ó Macarro peró alli acudían cargadas como “mulas” nuestras abuelas, nuestras madres y nuestras hermanas, por veredas y entre “peñascos”. También nuestras fuentes y chorros como La Teja, Chorrito Curro Pérez, Regüé, La Pompa, La Poza La Barranca, La Encubierta, Poza Alejo, arroyo de Garci- Bravo y otros muchos más eran lugares asíduos de nuestras mujeres para lavar la ropa.
Los chiquillos estabámos encantados de poder acompañar a nuestras madres y hermanas para disfrutar de un día completo en las charcas de nuestros rios, mientras ellas a pesar del duro trabajo cantaban y se reían unas con otras como si aquello no fuese lo más natural del mundo.
En nuestras familias humildes las lavanderas fueron la inmensa mayoría de las mujeres pero no podemos olvidar a una serie de MUJERES que por circunstancias de la vida se vieron en la necesidad de ganarse el sustento diario suyo y de sus hijos yendo todos los días al río a lavar “ropa ajena” por un mísero jornal.
Yo era un niño pero recuerdo a aquellas mujeres con un gran respeto y admiración. Algunos nombres como Manuela la del Carrizo, Juana Moriche, Juana Rosado, Manuela La Cordobesa y Manuela La Pescaera, no se me olvidarán nunca porque cuando en mi casa estuvo la situación económica un poco mejor y mi madre estaba enferma, fueron ellas las que con su duro trabajo aliviaban el peso de un trabajo seguramente mal pagado y que mis padres siempre valoraron y agradecieron como buenamente podian.
La Asociación Deportivo Cultural CAMINETE DE LUNA, por iniciativa de su Presidente ha querido que hagamos el próximo viernes, “LA RUTA DE LAS LAVANDERAS” , como recuerdo y homenaje, a todas aquellas mujeres que en el pasado tuvieron la necesidad, con muchos sacrificios, de acudir a nuestros ríos, fuentes y arroyos a lavar la ropa y la lana de nuestros colchones.
Un fuerte abrazo.
Para Jimena uno de los pueblos más bonitos de nuestra geografía eso que acabo de contar hubiese sido un “lujazo” pero no estamos entre sierras repletas de manantiales y nuestro río era la única salvación para disponer de agua en abundancia.
Hace 50 ó 60 años( aunque os suene como un “trallazo”) la mujer estaba educada para traer hijos al mundo, criarlos, preparar la comida diaria, hacerles la ropa y mantener el hogar limpio como “ los chorros del oro”.
Nuestro pueblo apenas si tenía agua para beber y para poder conseguirla eran las mujeres las encargadas con sus cántaros en el “cuadríl” de ir a “los chorritos” para comprarla. Infinidad de veces se levantaban a las claritas del día para poner los cántaros en la cola, porque sobre todo en verano, de aquellos chorritos caía un hilillo de agua tenue que tardaba bastante tiempo en llenar uno de aquellos enormes cántaros.
El agua de nuestros pozos era “tan gorda” que se gastaban tacos y tacos de jabón sin conseguir hacer espuma para sacar la suciedad y el sudor del trabajo de nuestras ropas.
Las mujeres de Jimena supieron manejarse con el “roete” de trapo en la cabeza y sobre el mismo unas grandes “paneras” de madera ó corcho repletas de ropa sucia. En el brazo izquierdo un cubo pesado de cinc con el jabón, “las bolillas de azulejo” y tal vez cabía algo de comida para aguantar la jornada completa.
Nuestro río Hozgarganta llevaba durante todo el año agua corriente y hasta el arroyo de “Garci-Bravo” era magnánimo en el líquido elemento útil para poder lavar, como dije antes, nuestra ropa sudada y requetesucia. Otras muchas veces era la lana de los colchones la que se llevaba al río para poderla lavar con abundante agua y secarla en los “chinarrás” de nuestras orillas de entonces.
No estaban a la mano ni cerca nuestros charcos de La Peña Gorda, el Tragante, La Vegueta, La Tosca ó Macarro peró alli acudían cargadas como “mulas” nuestras abuelas, nuestras madres y nuestras hermanas, por veredas y entre “peñascos”. También nuestras fuentes y chorros como La Teja, Chorrito Curro Pérez, Regüé, La Pompa, La Poza La Barranca, La Encubierta, Poza Alejo, arroyo de Garci- Bravo y otros muchos más eran lugares asíduos de nuestras mujeres para lavar la ropa.
Los chiquillos estabámos encantados de poder acompañar a nuestras madres y hermanas para disfrutar de un día completo en las charcas de nuestros rios, mientras ellas a pesar del duro trabajo cantaban y se reían unas con otras como si aquello no fuese lo más natural del mundo.
En nuestras familias humildes las lavanderas fueron la inmensa mayoría de las mujeres pero no podemos olvidar a una serie de MUJERES que por circunstancias de la vida se vieron en la necesidad de ganarse el sustento diario suyo y de sus hijos yendo todos los días al río a lavar “ropa ajena” por un mísero jornal.
Yo era un niño pero recuerdo a aquellas mujeres con un gran respeto y admiración. Algunos nombres como Manuela la del Carrizo, Juana Moriche, Juana Rosado, Manuela La Cordobesa y Manuela La Pescaera, no se me olvidarán nunca porque cuando en mi casa estuvo la situación económica un poco mejor y mi madre estaba enferma, fueron ellas las que con su duro trabajo aliviaban el peso de un trabajo seguramente mal pagado y que mis padres siempre valoraron y agradecieron como buenamente podian.
La Asociación Deportivo Cultural CAMINETE DE LUNA, por iniciativa de su Presidente ha querido que hagamos el próximo viernes, “LA RUTA DE LAS LAVANDERAS” , como recuerdo y homenaje, a todas aquellas mujeres que en el pasado tuvieron la necesidad, con muchos sacrificios, de acudir a nuestros ríos, fuentes y arroyos a lavar la ropa y la lana de nuestros colchones.
Un fuerte abrazo.
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