Estos inquilinos los tengo en mi casa. les he abierto las puertas y ellas han aceptado gustosamente. Cuando los animales comprueban que los tratas con cariño te aceptan sin reparos.
Hablo con ellos y estan totalmente integrados en casa. Todos los años estas golondrinas vienen a casa despues de recorrer miles de kilometros.
De la otra inquilina en pocos diás os presentaré le prole.
Esto es pura naturaleza y es una gozada compartir parte del tiempo con estos animales tan entrañables.
Enhorabuena por lo entrañable de las dos imágenes.
ResponderEliminarEs curioso... en mi casa dormiamos en el soberao y en un rincón de la habitación llena de tiestos, sacos de trigo, cajón con tocino, talegas de garbanzos, había una espuerta de las antiguas esparto llena de paja y sobre ésta una gallina con unos pocos de huevos de bajo. Aquellos animalitos estaban acostumbrados a nuestra presencia y nos miraban con sus ojitos redondos. Cuando aparecía mi madre y le ponía un cacharro con el afrecho calentido y otro con agua, el animal daba un salto y comía casi atragantándose y después se bebía casi el cacharro de agua para soltar una enorme cagada que mi madre limpiaba pacientemente hasta que se echaba de nuevo sobre los huevos.
Cuando salian los pollitos, mi madre o mis hermanas les metian un granito de pimienta dentro del pinco, nada mas nacer y al poco rato ya estaban todos debajo de la gallina.
Son cosas inolvidables que sin querer, querido amigo, me has recordado y que yo agradezco sinceramente.
Un abrazo
Currini
Me han traido recuerdos de cuando pasaba los veranos en lo que es ahora La Tenería Vieja. Mi abuela materna tenía un cesto grande de palmito que colocaba debajo de la cama. Alli, la gallina clueca esperaba pacientemente y para mí, con cinco o seis años, era toda una aventura. No faltaban las regañinas porque no la dejaba tranquila.
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